HISTORIAS DEL YAYABO
Siguiendo el hilo conductor del pasado reflexionamos sobre un personaje
de los años de infancia, que por su magnetismo natural y legendario
hacía presa de la atención de todos, incluso de los más añosos y
respetados.
Es así que el güije ha ocupado durante largo tiempo
el rol protagónico de diversos mitos y leyendas que de algún modo han
vertebrado el folclor nacional cubano.
De esta forma encontramos
que cada pueblo tenía su güije, del mismo modo que cada pueblo, zona
rural, o localidad era poseedor de charcos, pozos, lagunas y ríos, la
morada original de este personaje.
Sancti Spíritus, también tenia su güije, según la tradición recogida
por el historiador Martínez Moles. Cuenta la leyenda que el güije
espirituano tenía su morada en el río Yayabo y desde éste, hacía sus
incursiones a otros ríos del término municipal. Como todo güije, el
nuestro hacía todo tipo de diabluras además de asustar, ya que se dice
que en las fiestas Santiagueras hacía recorridos a caballo, bebía
incansablemente sin emborracharse- y asistía enmascarado a los bailes
sin que nadie pudiera conocerlo.
Narra la historia que este güije era
asociado con presagios de grandes calamidades como por ejemplo: el azote
de enfermedades, y hasta una lluvia de estrellas, y que tanto él como
el diablo salían juntos los jueves y viernes santos en un paseo que
concluía en la Iglesia Parroquial Mayor. Nuestro güije, tenía su
dialéctica y no era tan diabólico, puesto que, según señala el mito,
llegó a participar en las Guerras de Independencia como mambí, burlando
la férrea vigilancia del gobierno español.
Tanta era la calamidad
del entorno social y político durante los siglos de atraso colonial y a
lo largo de mas de 50 años de república neocolonial que la ignorancia y
el oscurantismo enajenaban y entretenían la mentalidad popular,
propiciando que las soluciones no se buscaran en la tierra.
El
güije espirituano o cualquier otro güije ya no atemorizan ni a los niños
ni a los adultos, porque su presencia, hecha jirones en el recuerdo,
fue borrada cuando la Revolución de Enero comenzó a sembrar escuelas.
Fuente:
Fondo Hemeroteca. Revista Siga la Marcha. Año 1. No. 1. 30 de diciembre de 1988.
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